Aprovechando la proximidad a la fiesta de Santa Rosa de Lima, de la cual hablaremos más adelante, hemos decidido comenzar una serie de artículos sobre la diversidad cultural hablando de los santos peruanos.
Como mencionamos en el post de la diversidad lingüística peruana, las misiones de evangelización de la Iglesia Católica dejaron como legado traducciones en más de 150 lenguas nativas. Sólo con este hecho se puede comprender de la importancia cultural de dicha presencia religiosa en el nuevo continente.
Otro aporte cultural en la que está ligada estrechamente la Iglesia Católica es la fundación de la primera universidad del nuevo mundo, la Universidad de San Marcos. Su creación se llevó acabo en 1551 gracias a la iniciativa de la Órden Dominica. Retomando el tema lingüístico, los dominicos pusieron énfasis en el conocimiento de las lenguas autóctonas y de las costumbres locales para una adecuada evangelización. Fray Domingo de Santo Tomás publicó en 1560 el “Lexicon o Vocabulario general del Perú llamado quechua”. Dicho vocabulario es un aporte trascendental para la comprensión de la gramática y léxico indígena.
Por parte de la Órden Franciscana, destacamos el aporte de Fray Luis Jerónimo de Oré, autor del “Símbolo católico indiano”, que contiene una gramática quechua y aymara, además de una descripción geográfica del Perú y valiosa información sobre las costumbres de los naturales.
Otro aporte a rescatar es de la Órden Jesuíta, quienes estudiaron a fondo el quechua y el aymara. Como resultado tenemos el diccionario de la lengua quechua de Diego Gonzales Holguín de 1608. La obra fue una herramienta importante en la labor evangelizadora, ya que otorgaban conocimientos necesarios de las lenguas locales y los criterios para la interpretación de las tradiciones orales andinas.
El fenómeno de la santidad
Particularmente, se sostiene que las manifestaciones de santidad y su difusión son parte de las medidas tomadas por la Iglesia Católica en la Contrarreforma, lo cual no quita veracidad a las historias de fe que protagonizaron los santos del nuevo mundo.
Sabemos bien que el Virreynato del Perú fue el más importante en la colonización de Latinoamérica, y a su vez, la presencia religiosa y el fervor de los creyentes era mayor en esta región. Es así que aquí nacieron la mayoría de santos y siervos religiosos que en todos los demás virreynatos españoles.
Los santos peruanos aparecieron desde mediados del siglo XVI y el siglo XVII, siendo personajes que convivieron en la sociedad limeña. Estos son: San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano y San Juan Masías.
Este fenómeno de santidad es un tema importante en la historia virreinal del Perú, motivo por el cual se estudia más allá de su naturaleza religiosa y moral.
San Martín de Porres, el santo de la escoba
Admitido como donado en la órden dominica, Fray Martín se encargo siempre de las tareas más humildes (de ahí su apelativo y su figura relacionada siempre con la escoba), además del cuidado de los pobres y enfermos en el convento de Santo Domingo. A sus funerales en 1639 acudió el mismo Virrey Conde Chichón. La devoción de este ha traspasado las fronteras de América, lo cual hace justicia al milagro de la bilocalidad, hecho por el que el santo fue visto en Argelia, Manila e incluso Japón, haciendo obras de caridad.
Santa Rosa de Lima, la primera santa del Nuevo Mundo
Su nombre fue Isabel Flores, pero desde pequeña era llamada Rosa por su belleza. Luego de conocer la historia de Santa Catalina de Siena se inspiró en ella para llevar una vida de oración y abnegación. Se le atribuye milagros como la curación de enfermos llevando siempre consigo una estampita del niño Jesús. Es conocido también el episodio del Desposorio Místico, en el que mientras oraba en la Capilla de Rosario a Jesús, este le respondió: «Rosa de Mi Corazón, yo te quiero por Esposa».
Rene Vidal
Project Manager en SMG America